miércoles, 7 de octubre de 2015

Cruce de caminos

“Si no sabes a dónde quieres ir, de poco te servirá tener un buen barco, desplegar las velas y mantenerte firme al timón…  no llegarás nunca”.  

En el libro “Qué dice usted después de decir Hola…” su autor, el psicólogo Eric Berne, expone la idea de que las personas siguen cursos de vida que tienen, de un modo más o menos estricto y definido, las opciones que las incluyen o las excluyen. Más tarde, Claude Steiner siguió desarrollando este concepto y, en función de lo experimentado con sus pacientes, determinó que, cuando se referían a sus vidas, existían tres tipos de pautas habituales. La primera, aquella cuya base estaba constituida por el “no amor”. La característica principal de esta pauta, reside en la desvalorización afectiva de la persona, la cual a su vez,  se considera a sí misma indigna de ser querida, o bien es incapaz de querer. A segunda, la de “no mente”, que  oscila entre el temor a volverse loco y la desagradable sensación de que no se es capaz de controlar aspectos de la propia vida. Por último, el “no gozo”, una forma de vida en la que las prohibiciones inciden en el conocimiento y disfrute del propio cuerpo. Existen otras pautas mucho menos dramáticas, que la mayoría de la gente sigue y que acostumbran estar programadas en gran medida por el sexo. No son excesivamente problemáticas pero, con el tiempo, quienes la siguen, caen en la tentación de soluciones radicales de huída o depresión.  Tanto Berne, como Steiner, coincidieron en llamar a este concepto “El guión de vida”.

Cada uno de nosotros llevamos una hoja de ruta, en la que anotamos las diferentes opciones y experiencias que hemos vivido hasta este momento. También  llevamos un mapa de intenciones, deseos y expectativas que nos servirá para alcanzar nuestro destino.  Sin embargo, no todos acertamos al leer el mapa y en consecuencia, nos extraviamos en el primer cruce de caminos que encontramos. Si esto sucede, como personas, experimentamos un vacío existencial y llegamos a perder de vista el propio sentido de la vida. Sin ningún propósito aparente y sin saber muy bien a donde querer ir, esperamos que alguien o algo decida por nosotros.  Frente a la adversidad del momento, nos conviene no olvidar que nos corresponde a nosotros cambiar nuestro guión de vida, darle sentido. Nietzsche dijo: “Quien tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier como…”.


La  psicología, desde sus inicios, ha usado prolíficamente los mitos, las leyendas y los cuentos de hadas, es decir las historias contadas a los hombres en su infancia, para ayudar a sus pacientes a reflexionar sobre su vida de adultos. El paralelismo existente entre la personalidad del paciente y la identidad de algunos conocidos héroes, mitológicos o literarios, sirve de modelo para que éste,  pueda identificar su “Guión de vida”.  También nosotros podemos recurrir  a esas mismas fuentes como base documental para conocernos mejor. Los temas más populares son aquellos que tocan algunos de los temores más básicos de los seres humanos. El miedo, el amor o la libertad son algunos de los impulsos motivacionales al que recurren sus autores para dar sentido a sus historias. Esos mismos impulsos, cuando están ausentes, dan paso a  guiones verdaderamente dramáticos en algunas personas.

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